Los comienzos son no solamente confusos, son ideológicos, son fantasmáticos.

El cine ha sido soñado antes de ser fabricado y la parte de sueño nunca decreció

Jean-Louis Comolli

Elogio al cine monstruo

jueves, 10 de octubre de 2013

Notas sobre "Noche y Niebla"

NOCHE Y NIEBLA

“… lo que no puede ser visto tiene que ser mostrado…”
Gerad Wajcman

Film documental realizado por Alain Resnais que interpela a la memoria  situándola en un espacio, en este caso, un campo de concentración, quebrando el tiempo desde el pasado y hacia el futuro.
Antes que nada, las edificaciones, la representación de la lógica espacial en donde transcurrieron los acontecimientos, las imágenes en color de un lugar que testimonia la fría arquitectura de la destrucción y el aniquilamiento del hombre a manos del hombre.
El director por medio de esas imágenes nos dice he aquí una torre de vigilancia, el cerco electrificado y más allá una carretera por donde pasan los autos.  Estas son las primeras imágenes en color con las que se inicia la película; y las mismas  pueden ser leídas como una mera descripción, como un inventario edilicio de lo que alguna vez fue la maquinaria nazi.  Sin embargo, la voz que las acompaña le otorgan una dimensión aún desconocidas por nosotros, los espectadores, que por cierto ya las hemos visto centenares de veces; pero en esta ocasión nos muestran lo que no puede ser contado a través de estas: el horror. Michel Bouquet, quien presta su voz, nos advierte:
“…incluso un pueblo de verano con campanario y feria puede transformarse simplemente en un campo de concentración…”.
A partir de allí comprendemos que la temporalidad de las imágenes se ve afectada por partida doble, primero las percibíamos como las huellas presentes de un pasado, de aquello que ha sido, pero ahora también, como una amenaza futura de lo que nos puede ocurrir si no testimoniamos y la vez narramos lo acontecido.  Ya que ese lugar en donde sucedieron los hechos puede ser un lugar cualquiera, un punto más en un mapa, un nombre más como lo es y lo ha sido Auschwitz o Dachau.          
De esta manera se nos hace fácilmente aceptable interpretar el pasaje del blanco y negro al color no ya como una ruptura, sino como una continuidad unida por el delgado hilo de la imaginación narrativa, que no es otra cosa que situarse en lugar de las víctimas y junto con ellas vivir, o mejor dicho, revivir el terror.  Sería un error, en este caso, colocar a la imaginación como lo opuesto a la verdad.  Acaso al detener nuestra mirada en una imagen fotográfica no solemos llenar los intersticios que estas generan en nosotros.  Nos remontamos al momento en el que fueron sacadas, intentamos dilucidar los por menores de la misma, en la búsqueda de un más allá de lo que nos ofrece su composición y nitidez, para lograr comprender el porqué alguien ha sido capaz de registrar ese horror y al mismo tiempo valorar su trabajo, ya que gracias a él podemos dimensionar la magnitud de los hechos.

El film presenta otra tensión en la contraposición de la quietud en algunas de las imágenes fotográficas de archivo en relación al movimiento de la cámara, sobre todo, en los planos secuencia, en el que se observa las vías del tren en el presente.  Una vez más, el juego con la temporalidad, y más precisamente, con la duración.  La cadencia con la que la cámara avanza por las vías con la lentitud de quien está realizando interrogatorio policial a un testigo clave e intenta dar con en el indicio que le permita entender cómo en ese lugar, en donde hoy crece el pasto y el sol calienta, aconteció semejante atrocidad. La duración de un evento quizás poco tenga que ver con la intensidad del recuerdo que guardamos del mismo en nuestra memoria. Por ello, tal vez, el rostro de aquel joven raquítico muerto con los ojos abiertos, sea una de las imágenes más poderosas del film, a pesar, de solamente durar unos segundos.  Qué tiempo debe poseer dicha imagen para quedar en nuestra retina.  Cuánta extensión de tiempo hay que concederle al sufrimiento humano, y a la dicha.
Es posible sintetizar, en el sentido de reunir en un todo y a la vez ofrecer el detalle arrasador, lo qué significó el Holocausto tan sólo en treinta minutos.     

"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí"
Nota: 1945, Martin Niemöller (pastor protestante, 1892-1984). Erróneamente atribuida a Bertol Brecht.


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